sábado, 23 de marzo de 2019

¿Libros-álbum mudos o libros instrumentales?

Hay una serie de libros con poco o ningún texto y una gran presencia de la imagen que nos plantean un problema teórico desde el punto de vista del género: ¿Se pueden considerar libros-álbum mudos? ¿Son realmente otra cosa? ¿En qué consiste entonces el ser, la esencia del libro-álbum mudo?

Son libros instrumentales, como El domingo, de Roser Capdevila y Marie-Àgnes Gaudrat (Barcelona, La Galera, 1987, col. “Los días diferentes”), que son todo imagen, sin texto. Pero...¿basta eso para que el libro sea un álbum mudo? En este caso, la respuesta es que no, porque el libro muestra muchas imágenes de la ciudad en un día festivo como es el domingo, familias paseando, gente haciendo deporte, niños jugando, algunos van a la iglesia, otros caminan con sus perros… Enseña la diversidad del mundo, facilita que el alumno cuente qué ve y aprenda vocabulario o se lance a narrar. Pero propiamente hablando el libro es instrumental, no narrativo, pues no cuenta una historia, aunque sí tiene un marco –el urbano- que unifica las imágenes.

La colección "Los días diferentes", de la editorial Galera, dedica títulos a temas como la Pascua, la Navidad, el bautizo, la boda, el entierro.




En esa categoría de libros instrumentales también podemos incluir otros, además del citado, con muy poco texto y gran protagonismo de la imagen, que se usan en infantil, primaria o educación especial para trabajar aspectos concretos del lenguaje.

Por ejemplo, el libro Cosas de la casa, de Rosa María Curto (Barcelona, La Galera, 1985, col. “Cosas y nombres”) muestra objetos domésticos: una silla, una mesa, el armario, la cama… Facilita que el niño asocie los dibujos con el nombre del objeto. Pero obviamente, en estos casos, no hay narración; por tanto, no se trata de un libro-álbum mudo. Aunque no quepa duda de su utilidad para la educación. Concretamente, la colección “Cosas y nombres”, de la editorial La Galera, incluye volúmenes dedicados a muchos aspectos de la vida cotidiana: la comidad, la cocina, el aseo, el vestido, la escuela, los juguetes, el parque, los vehículos, los animales domésticos, el zoo, los oficios…

Otro ejemplo: Las avellanas (lleno y vacío), de Mª Àngels Ollé (Barcelona, La Galera, 1979, col. “Sopas de Ajo”), donde se incluyen una serie de ilustraciones que enseñan al niño la diferencia entre los dos antónimos aludidos en el título. El libro tiene de nuevo un claro carácter instrumental, más que narrativo; pretende desarrollar el lenguaje del niño, vinculándolo a las estructuras lógicas del pensamiento. Pero no hay propiamente hablando narración.

La colección "Sopas de Ajo" incluye títulos como: La sed (más y menos), Los años (mucho y poco), El príncipe (todo y nada), Los dulces (alguno y ninguno), Los mellizos (igual y parecido)...


Así pues, establecemos como principios básicos para considerar una obra como libro-álbum mudo:

  • que no tenga texto (aunque sí podría aceptarse que tuviera algún pequeño texto, una palabra, una frase, nunca más de una línea),
  • que potencie al máximo el protagonismo de la imagen
  • y, sobre todo, que esas imágenes construyan una secuencia narrativa: que se cuente una historia;
  • otro detalle fundamental es que sea una historia de ficción (no biográfica, por ejemplo; ni histórica).

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