miércoles, 6 de abril de 2016

Hipérbaton: cuando el orden lógico se vuelve loco

He aquí un ejemplo canónico de hipérbaton: un soneto de Lope de Vega, incluido en la comedia El capellán de la Virgen, en el que se burla de la sintaxis latinizante y el gusto de los culteranos por el hipérbaton:

Inés, tus bellos ya me matan, ojos,
y al alma, roban pensamientos, mía,
desde aquel triste, que te vieron, día,
no tan crueles, por tu causa, enojos.

Tus cabellos, prisiones de amor, rojos,
con tal, me hacen vivir, melancolía,
que tu fiera, en mis lágrimas, porfía,
dará de mis, la cuenta a Dios, despojos.

Creyendo que de mí no, Amor, se acuerda,
temerario, levántase, deseo,
de ver a quien me, por desdenes, pierde.

Que es venturoso, si me admite, empleo,
esperanza de amor, me dice, verde,
viendo que te, desde tan lejos, veo


Incluimos también otro curioso soneto paródico, tomado de La Dorotea, en el que Lope escribe a un amigo (por supuesto, en verso) diciéndole que se ha vuelto gongorino:

Pululando de culto, Claudio amigo,
minotaurista soy desde mañana;
derelinquo la frasi castellana,
vayan las Solitúdines conmigo.

Por precursora, desde hoy más me obligo
al aurora llamar Bautista o Juana,
chamelote la mar, la ronca rana
mosca del agua, y sarna de oro al trigo.

Mal afecto de mí, con tedio y murrio,
cáligas diré ya, que no griguiescos
como en el tiempo del pastor Bandurrio.

Estos versos, ¿son turcos o tudescos?
Tú, letor Garibay, si eres bamburrio,
apláudelos, que son cultidiablescos.



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