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domingo, 3 de abril de 2016

"Alfabeto sobre la literatura infantil", de Bernardo Atxaga


Este libro del escritor vasco Bernardo Atxaga, Alfabeto sobre la literatura infantil, Valencia, Media Vaca, 1999, está a medio camino entre el estudio teórico y la narrativa. El autor va reflexionando sobre la LIJ en un relato que se presenta como un cuento.

Atxaga insiste en que la literatura infantil debe "pesar" por el lado de lo literario más que por el adjetivo "infantil". No basta con catalogar a los niños como gente inocente o ingenua para darles cualquier cosa. Recuerda que los niños, como los adultos, no son todos iguales.
"nada de literaturas efectistas y excesivamente infantiles; nada de llenarse la boca con la palabra niños. Que perezcan esas ideas" (pp. 16 y 17)
Evidentemente, no es lo mismo una obra para adultos como el Ulises de Joyce que otra para niños como el Peter Pan de Barrie. Y es que existe eso que los teóricos llaman lector implícito.


Atxaga va comentando conceptos fundamentales de la LIJ y, al tiempo, citando autores y libros fundamentales: Alicia en el País de las Maravillas, de L. Carroll; Las mil y una noches; Wilhelm Hauff; Washington Irving; Pinocho, de Carlo Collodi; Michael Ende; las fábulas de Esopo, La Fontaine, Iriarte y Samaniego; Augusto Monterroso; los hermanos Grimm; Afanasiev; Los papeles del club Pickwick, de Dickens; Kafka; Sartre; Camus; Edward Lear y sus limericks; Zazie en el metro, de Raymond Queneau.

Alicia se pregunta en el libro de Atxaga: "¿De qué sirve un libro si no tiene dibujos diálogos?" Y el escritor responde:
"La respuesta es: no sirve de nada si de un libro para niños se trata, porque los diálogos y los dibujos son en este caso una consecuencia directa de esa presión a la que nos acabamos de referir [la del lector implícito]"
Atxaga comenta que el escritor siempre busca llegar a su lector, por eso el autor de LIJ hace narraciones llenas de diálogos y con pocas descripciones y sitúa su relato "en una isla voladora o en el País de Cucaña".

La LIJ siempre ha fluctuado entre lo fantástico y lo pedagógico. Por ejemplo, en el siglo XVIII Madame Geulis escribió:
"¿Qué libros daremos a los niños? ¿Qué deben hacer ellos hasta cumplir los 15 años? ¿Deberán leer acaso libros de magia o Las mil y una noches? Jamás daré ninguno de ellos a mis hijas e hijos. No hay en esos libros ni rastro de enseñanza moral. Sólo hablan de amor. Y las historias de príncipes y princesas enamoradas son malas, porque los niños se conmueven con lo maravilloso y su memoria se llena de jardines maravillosos y de palacios construidos con diamantes. Las imágenes fantásticas dan ideas falsas a los niños" (pp. 44 y 45)
También aparece a veces el humor, pues como dijo el crítico francés Roland Barthes, el gag, el humor, libra al poema de su manía poética, es decir, de su efectismo, de su exceso cargante y empalagoso. Atxaga recuerda los chistes de Jaimito, que elogia porque son relatos en pequeño y crea sentido narrativo en el niño. También nos ofrece un limerick:
"Había un anciano en Santa Cruz
que de cinco colores tenía la testuz;
gastaba todos sus dineros
comprando pinturas y sombreros,
¡aquel cruel y duro anciano de Santa Cruz!" (p. 74)

Y nos ofrece una maravillosa nana en euskera:
     "Bonbolontena, nere laztana
Ez egin lorik bausan:
aizterixtuak eamango zaitu
Erbia zeralakuan."
     ("Pequeño mío, cariño mío,
No te duermas en el bosque,
o un cazador te llevará
creyendo que eres una liebre").
Dice Atxaga que la bibliografía de nanas es muy abundante en el mundo anglosajón, donde poetas famosos como Auden o Hughes incluyen incluso nursery rhymes en sus antologías de poesía. Pero en España no sucede lo mismo, a pesar de que hay casos como el de Gabriel Celaya, que publicó una antología de canciones infantiles tradicionales.

En resumen, un libro delicioso.

lunes, 16 de noviembre de 2015

"Memorias de una vaca", de Bernardo Atxaga


Memorias de una vaca (Madrid, SM, 1992, col. "El Barco de Vapor", nº 72, + 12 años) es una obra imaginativa. Son las supuestas memorias de la vaca Mo, que no quiere ser una vaca tonta y que sueña con ser un caballo. Mo se hace amiga de La Vache qui Rit, que es una vaca salvaje con alma de jabalí. Ambas viven aventuras, se echan al monte, se enfadan... Mo tiene además una voz interior, un ángel de la guarda, El Pesado, que le va diciendo como actuar. Mo vive en el País Vasco, disfruta de los verdes pastos de Balanzategui, se aliena comiendo piensos, toma consciencia de la situación política, con unos maquis echados al monte y un ama, Genoveva, que los ayuda.

En fin, una obra interesante y amena.

He aquí algunos fragmentos:

CAPÍTULO 2 (fragmento)
"Por lo visto tenía que nacer, y acabé naciendo en un bosque del País Vasco a poco de terminar la guerra de 1936. El bosque pertenecía a los terrenos de la casa llamada Balanzategui, y a aquella casa quedé adscrita; allí tuve mi primer establo y mi primer hogar, y allí pasé también la primera época de mi vida, la más importante. Cierto es que no me quedé durante mucho tiempo, (...) sin embargo, mi espíritu sigue anhelando aquel rincón de mundo. Y ¡quién sabe!, a lo mejor este espíritu mío
vuela hacia allí cada vez que me quedo dormida. (...) Yo no seré mirlo ni zorzal ni pájaro de ninguna clase, que bastante más grande y pesada soy. (...)
     Llegaría allí, posaría mis quinientos  kilos como  un  copo de nieve, y luego  desgarraría migarganta con este grito sincero:
     —¡Viva Balanzategui!
     Pero, naturalmente, no tengo alas, y no puedo mover mi cuerpo más que después de plantar  bien   en  tierra   las  cuatro   patas,  y  aun   entonces  con   bastante  fatiga.  Y   esprecisamente por eso, por la fatiga y los achaques de la edad, por lo que no vuelvo a Balanzategui; de  sentirme con fuerzas, mañana  mismo  me  pondría en  camino.  Y, pensándolo bien, hasta con mis achaques me pondría en marcha si supiera a ciencia cierta cuánto tiempo de vida me queda. Si, por poner un ejemplo, me aseguraran que todavía tengo dos años por delante, lo intentaría; despacio y sin prisa, pero lo intentaría. Como dice el refrán:
     Vaca que no lo intenta, o es cobarde o es tonta.
     Yo   no   creo   ser   ni   lo   uno   ni   lo   otro,   y   hoy   mismo   me   encaminaría   hacia Balanzategui si supiera que voy a tener los dos años del ejemplo."
 CAPÍTULO 3 (fragmento)
"De pronto, Gafas Verdes torcióla boca y movió los labios.
     —¡Karral! ¡Karral, karral! —dijo.
     —¿Cómo? —le preguntaron los dos hermanos dentudos desde el tejado
     —¡Karral! ¡Karral, karral! —repitió Gafas Verdes con voz más áspera.
     No le entendía nada. Era evidente que estaba hablando, pero lo que decía era ininteligible para mí. Pronunciaba las palabras de forma muy rara.
     —¿Qué pasa aquí? —me dije sorprendida. Pero no me pude contestar. Aún era una criatura, una recién llegada que ni siquiera sabía que en el mundo existieran lenguas y países diferentes, y que eso era lo que pasaba allí, que aquel hombre de las gafas verdes era   un   extranjero   que   hablaba   mal   mi   lengua.   O   como   hubiera   dicho   PaulineBernardette:
     —Aquí lo que se pasa es Babel.
     A Pauline Bernardette le gusta mucho citar lo de Babel o, mejor dicho, le gustaba mucho hasta que me contó la historia y una objeción mía estuvo a punto de causarle un disgusto.
     —Cierta vez, hace mucho tiempo —comenzó aquel día Pauline Bernardette—, los hombres tomaron la decisión de construire una torre terriblement grande que llegaría al ciel, porque era su deseo ser semejantes a Dieu Notre Seigneur. Y se metieron al trabajo, construyeron una part de la torre con sus picos, palas y azadas, y todo iba très bien, la torre para arriba y para arriba, pero voici que Dieu confundió sus lenguas. De pronto y de seguido, no se comprendían unos a otros, y como no se comprendían entre ellos mismos, surgía la riña y la discorde partout, y a la fin tuvieron que dejar el trabajo,y la torre y todo como estaba, y toda la gente, cada grupo con su nueva lengua, partió para el mundo cada uno a su rincón y país.
     —Una historia preciosa, Soeur. Lástima que sea mentira —le dije yo.
     —¿Mentira? —se espantó la pequeña monja—. Mais, non! ¿Cómo tú dices eso,Mo?
     —Pues sí, mentira —contesté secamente—. ¿Cómo voy a creer que se mezclaronlas lenguas de la gente y pararon las obras? Para hacer una obra no hay necesidad dehablar, basta con trabajar. Si Dios deseaba que la torre de Babel no fuera más arriba,¿por qué no les quitó todos los picos, azadas y palas? De estar yo allí, habría hecho eso, dejar a todos sin picos, azadas y palas, y se acabó la cosa, adiós paredes, adiós escaleras y adiós todo.
     Pauline Bernardette se quedó con los ojos abiertos de par en par cuando oyó mis argumentos, y hasta creí que se enfadaría y me pondría de rodillas. Pero en vez de eso,empezó a andar de aquí para allá en el jardín del couvent, todavía con los ojos de par enpar, y pasó así por lo menos media hora. Luego dijo:
     —Cuando vivía en mi pueblo, en Altzürükü, nuestro vecino Pierre tenía deseo de hacer un muro justo à coté de nuestra huerta. Pero mon père, como no estaba d'accordcon aquel disparate, fue una noche y le quitó la azada, el pico y la pala, y escondió lasherramientas debajo la terre. Alors, fue Pierre y compró otra vez azada, pico y pala. Y mon père, también terco, otra vez los escondió. Y así muchas veces. Al final, Pierre serindió y el muro restó sin construir. Como Babel, la misma cosa. Entonces, de la historia de la Biblia no sé qué yo voy a pensar.
     La pequeña monja continuaba como ida, y aquellos ojos tan abiertos me dieron miedo. Dudaba, toda su fe religiosa temblaba como un edificio que fuera a caerse de unmomento a otro. Y, naturalmente, aquello no me convenía. Si Pauline Bernardette se ibadel convento, yo me quedaba sin alholva y sin alfalfa.
     —Puestos a pensar —comencé entonces—, lo ocurrido en Babel y lo ocurrido enAltzürükü con Pierre es casi lo mismo. Porque, claro, ¿qué pasaba cuando Dios creó losidiomas y dio a cada uno el suyo? Pues que uno le decía al otro «pásame la pala», y éstele pasaba la azada. Y al revés. O que decía un tercero, «traedme un cubo de agua para lamasa», y lo que le traían era un par de picos. Y, claro, así no se puede trabajar. Conque, ya ves, la historia de Babel tiene su razón, más de lo que yo pensaba en un principio
     Enseguida se le pasó el apuro a Pauline Bernardette, y sus ojos volvieron a ser los de siempre, alegres y despreocupados.
     —C'est la verité, Mo! ¡Qué peso me has quitado de encima! ¡Qué alegría! ¡Cómo yo estimo tu ayuda, Mo!" 
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miércoles, 11 de noviembre de 2015

"Shola y los leones", una narración de Bernardo Atxaga


Shola y los leones (Madrid, S.M., col. El Barco de Vapor, +7 años) es la historia de una perrucha ratonera que durante un tiempo se cree leona, capaz de retar a todos y de acabar con cualquiera "en el último latido de su corazón". La historia de Bernardo Atxaga, aparentemente muy simple, con ilustraciones de Mikel Valverde, llena de ironía y humor, trata valores como la dualidad, la búsqueda de la identidad, la retractación, la relación hombre-animal...

La historia de Shola, muy cuidada, con ilustraciones próximas al cómic, es de 1995 y ha sido traducida al castellano por el propio autor, que suele escribir en euskera. Está entre los libros recomendados por la Fundación Germán Sánchez Rupérez. Hay otros títulos que forman la serie: Shola y los jabalíes, Shola y la tía de América, Shola y Angeliño, Shola cazando. También ha hecho una serie con otro personaje infantil, Bámbulo. Y es autor de la exitosa Memorias de una vaca (1992). En 2002 publicó su ensayo Alfabeto de literatura infantil.

Bernardo Atxaga, seudónimo de Joseba Irazu (Asteasu, Guipúzcoa, 1951) fue Premio Nacional de Literatura en 1989 con Obabakoak, En un lugar llamado Obaba. En 2005 Montxo Armendáriz hizo una adaptación cinematográfica de esta novela-antología de cuentos que ha sido traducida a más de 15 lenguas, con el título de Obaba.

Atxaga es miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca.


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