martes, 4 de julio de 2017

"Mi vecino de abajo", de Daniel Nesquens


Nesquens, Daniel: Mi vecino de abajo. Ilustr.: Fran Collado. Madrid, SM, 2011. Premio “El Barco de Vapor” 2011. De 8 a 12 años. Hay también una app para Ipad.


Una narración como las que suele ofrecer Nesquens, llena de sentido del humor surrealista. Las elucubraciones de un niño sobre su vecino, un extraño señor, alto, grandote, islandés, llamado S. Peltoonen. ¿Es un espía, un músico, un artista, un delincuente...? Una narración de misterio.


Más información:

Algunos fragmentos:


Cap. 8 (el narrador, un niño, especula con que su vecino es un espía ante su madre)

"-Mamá, nuestro vecino es un espía -le dije una mañana de sábado a mi madre.
-¡Nuestro vecino! ¿A qué vecino te refieres? -me preguntó intrigada. Y señalé con el dedo índice hacia abajo.
-¡El extranjero! -dijo sorprendida. Y se puso en jarras esperando a que argumentase mi teoría.
-Muchos días sale de casa con unas gafas oscuras que no dejan ver sus ojos. Y tiene unos guantes negros...
-Tu padre también tiene unos guantes negros -me interrumpió.
-Sí, pero papá no se ha dejado nunca barba. Y nuestro vecino se dejó barba para poder esconder un micrófono de alta sensibilidad.
-Explícame eso -me dijo mi madre con una mirada maliciosa.
-El gobierno de su país le encargó una misión tan desesperada como secreta. Peligrosísima -dije.
-¿Y qué misión era esa?
-No sé. Documentos secretos o algo. Igual hasta le facilitaron una brújula, un GPS, un radiotransmisor portátil, un rifle con mira telescópica y...
-Y una gallina.
-¿Una gallina? ¿Qué tiene que ver una gallina con todo esto? -le pregunté sorprendido.
-Quién te dice a ti que no.
-Bueno, no se´. Igual sí, claro. En el mundo de los espías todo es posible -contesté sin saber muy bien dónde mirar.
-Sí, claro. Hasta que nuestro vecino sea uno de ellos.
Aquella noche de luna llena, se escuchó el restallido de las ruedas de un coche justo debajo de mi ventana".

(La alusión a la gallina recuerda el célebre juego del anaglifo que Lorca, Dalí, Buñuel y Pepín Bello jugaron en la Residencia de Estudiantes, de Madrid. El anaglifo literario, inventado por el oscense Pepín Bello,  era una pequeña composición, de cuatro versos, idénticos los dos primeros. El tercero siempre debía ser “la gallina” y, finalmente, concluía con un término que, por su radical diferencia  con el resto de versos, causaría un efecto humorístico. Veamos varios ejemplos:
Ejemplo 1: El búho, / El búho, / La gallina / Y el Pancreátor. 
Ejemplo 2: El barco, / el barco, / la gallina / y el zapato.
Ejemplo 3: El té, / El té, / La gallina / Y el Teotocópuli.)

Booktrailer del libro de Nesquens


Cap. 20 (el narrador no puede dormir)

"Pensé que la solución para quedarme dormido sería contar perros. Perros de diferentes razas. Todo un reto, sí señor.
Un perro setter, dos chihuahuas, tres cockers, cuatro mastines, cinco caniches, seis dogos, siete rottweilers, ocho pitbulls, nueve sambernardos, diez labradores, once huskies, doce galgos, trece samoyedos, catorce... catorce dóberman, quince... quince... dálmatas (me pareció imposible llegar a 101), dieciséis... dieciséis... zzzzzzzzzzzz..."

Cap. 24 (el señor Peltoonen pronuncia una frase memorable)

"-¡Sabéis una cosa? Soñamos para poder ver desde el otro lado -fue su última frase. Se levantó de la silla y se marchó.
Guillermo lo siguió con la mirada, yo apunté aquello en una servilleta de papel: "Soñamos para poder desde el otro lado". Un runrún que no me pude quitar de la cabeza."

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