miércoles, 28 de junio de 2017

"Hormiguita negra", de Ana María Romero Yebra

Ana María Romero Yebra (Madrid, 1945- ) es poetisa desde hace muchos años. Vive en Almería desde 1981 y ejerce como maestra en el Colegio Público “El Puche”. Sus intereses son dispares y entre ellos figuran la pintura y la cerámica. Ha impartido cursos de animación a la lectura y ha participado en diversos Congresos y Jornadas de Literatura Infantil. Desde 1995 es Presidenta del Ateneo de Almería. Sus creaciones literarias se orientan hacia la poesía, tanto para adultos (Entero para mí, Isla de Bretema, Cantos de arcilla, Horario de la hondura, Mirando escaparates, El llanto de Penélope...) como para niños en donde tiene una obra amplia y de creciente interés y calidad (Hormiguita negra, La vaca Dosinda, Verdes amigos, El memoriápodo, Doña Pescadilla, Ronda de Nanas, La princesa aburrida y muchos más). Su producción supera ya la treintena de títulos.

Escribir para niños –como hacerlo para adultos- requiere sensibilidad, dominio del ritmo y de la musicalidad, puesto que el niño, en un primer momento, gustará de la poesía a través del oído. Luego, paulatinamente, los argumentos se irán complicando.

Hormiguita negra fue su primer libro escrito. En Hormiguita negra, aproxima el mundo de los animales, grandes como el elefante o pequeños como la hormiga, a los niños. Un libro hermoso que habla de las cosas sencillas, de las estaciones, del paso del tiempo y, sobre todo, de los animales, su parte principal. De manera tierna y musical, Ana Mª Romero desgrana las características de la hormiga –de ahí su título y del elefante, el pez, el saltamontes, la jirafa, el gato, el caracol... No olvida la lluvia, las fiestas del pueblo, algún viejo oficio como el de pastor y escenarios evocadores como el puerto. Así logra un ramillete de poemas que hacen las delicias de los niños a partir de 5 años.

Son textos musicales que permiten ser leídos en voz alta, pequeñas piezas de arte hechas con amor. Ana Mª Romero Yebra canta a las cosas sencillas con humildad y alegría. Cadencias llenas de ritmo, versos de arte menor, graciosos, claros, poéticos, llenos de figuras retóricas y con una adjetivación brillante.

Las ilustraciones de Arcadio Lobato son hermosas y contribuyen a hacer que el libro sea aún más especial.


Más información:

Antología de Ana María Romero Yebra

Hormiguita negra
     – Hormiguita negra
igual que el carbón.
¿Te has puesto morena
de tomar el sol?
     – Pues no, preguntona,
te has equivocado,
que me he puesto negra
de trabajar tanto”.

El gorrión
     En la terraza de casa
está parado el gorrión,
calentándose las alas con
un rayito de sol.
     Picotea entre los geranios
como queriendo comer.
¡Ay, si le hubiese guardado
las miguitas del mantel!

Don Búho
     Don Búho lleva levita
de color gris,
una corbata blanca
y un peluquín.
     Don Búho tiene cabeza
de pensador,
y grandes ojos fijos
color de sol.
     Ha alquilado una piedra
Junto al molino,
pasa mañana y tarde
medio dormido.
     Pero cuando oscurece
ya se desvela
y se pasa la noche
contando estrellas.

El elefante
     Por detrás de unas palmeras
se ha escondido el elefante,
pero se le ve la trompa
y la barriga tan grande.
     El mono grita: -Te he visto!
¡Te toca otra vez quedarte!
Con gesto muy enfadado
el elefantito sale.
     —Me parece que haces trampa.
Siempre me encuentras. No vale.

Lagartija
     La lagartija,
broche esmeralda
de la pared,
se queda quieta
bajo el sol tibio.
¡Qué lista es!

El saltamontes
     Pequeño, verde y brillante
se confunde con la hierba.
Dos finas agujas de oro
me parecen sus antenas.
     Sus bellas alas ocultas
se han quedado polvorientas
y tiene muy fatigadas 
sus dos patitas de sierra.
     Ha andado un largo camino
a través muchas tierras
y ante el Rey de los Insectos
va a elevar una protesta:
     —Quiero cambiarme de nombre
y llamarme saltapiedras.
¿Cómo voy a saltar montes
con el trabajo que cuesta?

Tarde de lluvia
     La lluvia suavemente cae en invierno.
Riega los campos de trigo,
chopos y almendros
y no salgo de casa….
¡Qué aburrimiento!
     Plim, plim, plim, plim, plim
Se oye en el cristal.
Yo digo: —¿Quién es?
—La lluvia será.
—Pues a ver si paras.
¡Quiero ir a jugar!

Nube
     Nube, ¡llévame contigo,
que quiero ser lluvia fresca
sobre los campos de trigo!
     Nube, ¡llévame contigo!
¡Me gustaría ser agua
y poder llenar los ríos!
     Nube, ¡llévame contigo,
que quiero estar en la fuente
y salpicar a los niños!

No hay comentarios:

Publicar un comentario