A mediados del siglo XX la poesía latinoamericana para niños era exclusivamente de corte
moral, como podemos ver en
El libro de la infancia (1865), del venezolano
Amenodoro Urdaneta o en las
Fábulas morales (1858), del cubano
Francisco Javier Balmaseda.
Pero hay un autor que escapa a esta tendencia moalizante: el colombiano
Rafael Pombo (1833-1912), que vivió en
Nueva York y aceptó un encargo bien pagado de la editorial
Appleton: traducir poemas y cuentos de la tradición anglosajona de las
nursery rhymes al español. Así nacieron
Cuentos pintados (1867) y
Cuentos morales para niños formales (1869).
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